PROTEGETE DEL COVID -19

Que las mascarillas son el producto de la pandemia es una obviedad, son la imagen y el icono de lo que ha ocurrido en el mundo en los últimos meses, pero con ellas han ido apareciendo otros complementos que con la desescalada empiezan a hacerse más y más populares. Las pantallas de metacrilato en comercios y restaurantes, el gel hidroalcohólico, los guantes… Y ahora también las pantallas de protección facial. Estos accesorios que estamos acostumbrados a ver en sanitarios y otros profesionales y que son considerados como EPI cada vez aparecen más en las calles, pero, ¿para qué sirven realmente y cómo son de útiles?

Por si estás pensando en hacerte con una de estas pantallas, o ya te has hecho con una, deberías saber cuál es el objetivo de las mismas que no es otro que evitar en entornos cercanos a posibles contagiados o en espacios en los que no se puede respetar la distancia, el contagio directo. Es decir, la idea de su uso es que las gotículas que se expulsan al hablar, toser o estornudar no lleguen de forma directa sobre todo a los ojos aunque también evitan cierto impacto en boca o nariz. ¿El problema? Que no sirve para cubrir todo y no, no sustituye a la mascarilla aunque haya gente que la use como sustitutivo.

La gente ha pensado que es algo muy cómodo porque permite respirar y no es tan aparatosa como la mascarilla, pero no, no es un sustitutivo. La pantalla no está cerrada, por lo que por debajo de la pantalla pueden seguir saliendo las gotículas y sigues esparciendo el virus. Hay que usarla junto a una mascarilla quirúrgica para que sea efectiva y que sirva de verdad para luchar contra el coronavirus.

Si se usa junto con estas mascarillas y de forma correcta, puede ayudar tanto a evitar el contagio por ojos o como a evitar contagios en zonas en las que no hay distancia con infectados, aunque el riesgo siga existiendo si no se respeta la distancia.

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